Mucho Más Mayo pone el foco en la Inteligencia Artificial en su edición número catorce

Bajo el lema El arte y el futuro de la inteligencia, el festival de arte emergente Mucho Más Mayo cumple su edición número catorce poniendo el foco en las creaciones que vendrán de la mano de las nuevas tecnologías y el impacto de la Inteligencia Artificial en las prácticas creativas.

Con este objetivo, el festival que dirige con gran acierto Patricio Peñalver ha seleccionado nueve proyectos que se han instalado en distintos espacios públicos del centro de la ciudad, creando una ruta artística abierta hasta el de junio ccon propuestas de Eduardo Balanza Martínez; Apices; Silvanele. Elena Lorente Lorente; Marina Muñoz García; Ahlam Helena Azzeding El Bucedi de las Heras; Mariano Barnés; Belén Orta; ETSAE-UPCT 2024. Patricia Reus, Irene Ferrer Martínez, Elena García López-Peláez, Jaume Blancafort; e Inmaculada Abarca Martínez.

Esta es la atractiva Ruta de Mucho Más Mayo 2024, compuesta por nueve instalaciones; los textos son de los propios autores y han sido facilitados por la organización del festival.

Una isla de coches. Fuente de la plaza Puertas de Madrid. Eduardo Balanza

El punto de partida está inspirado en el carrusel para niños, en la feria. Estos artilugios mecánicos están planteados de modo giratorio, igual que la rotonda. En esta maquinaria es el caballito el que se mueve, la ilusión de una órbita invade al espectador en un ciclo permanente. En mi propuesta, es la vida la que toma el punto de vista móvil, intentado así forzar al público a reflexionar acerca de qué vive y qué muere: qué somos y hacia dónde vamos realmente.

Esta propuesta escultórica es un juego, una trampa para espectadores confiados y una crítica ácida acerca de nuestro destino. No hay manera de hacer que el decrecimiento sea una posibilidad, la sociedad no está dispuesta a decrecer. Promover ideas como “sostenibilidad” suenan ya casi como un slogan publicitario. La sociedad no percibe el peligro real de un gran cambio climatológico en el que el coche, heredero del carro de caballos, es uno de los principales protagonistas.

I no A. Patio Interior ISEN. Ápices; responsable, Mariona Simarro

Los sistemas operativos informáticos pueden ser una herramienta útil en el proceso de la creación artística, surgen como uno de los grandes retos del siglo XXI y suponen un cambio de paradigmas para el arte. La IA facilita programas que imitan la forma de pensar y actuar de los humanos, pueden aprender y corregir errores pero nunca podrán ser libres ni emocionarse. ¿Sustituirá la IA el proceso creativo del ser humano? ¿Podrá reemplazar al artista?. I no A es una obra elaborada sin la intervención de ningún algoritmo; en su creación sólo han intervenido la mente, el corazón y las manos de sus autores.

IA ancestral. Fachada ISEN. Silvanele (Elena Lorente)

Esta instalación artística recrea una hipotética red neuronal simbiótica, que propone una interacción íntima y astuta entre la joven Inteligencia Artificial ( I.A.) y la experimentada Inteligencia Ancestral (I.A.) representada por los intersticios de la red que recogen cabello encapsulado simbolizando al ser humano, un simple elemento más de la complejísima red de la vida. En la cosmovisión de los pueblos ancestrales de América, se practicaba la tradición de no cortarse el cabello, pues este era una extensión de sus pensamientos, emociones e ideas, valiosa fuente del conocimiento y sagrado cordón umbilical que los conectaba y fusionaba con el Universo. La verdadera inteligencia se materializa como red de colaboración y respeto mutuo entre todos los organismos vivientes del Planeta, como una suma de las inteligencias del micelio, de las plantas, de los animales, del humano, las bacterias, etcétera, la clave está en ese conglomerado de inestimables sabidurías múltiples y diversas que se reúnen sobre la faz de la Tierra.

Donde las inteligencias convergen. Plaza San Francisco. Marina Muñoz García

Esta instalación pretende crear un lugar de unión para todo tipo de personas, un espacio intergeneracional que permitirá la relación entre vecinos. Se suele decir que los niños aprenden de los adultos, pero ¿y si fuera al revés? ¿Siendo el niño quien comparte su inteligencia con una persona de mayor edad?. Este es el objetivo final, conectar las diferentes inteligencias.

Micelio, desarraigo y metamorfosis. Plaza San Francisco. Elena Azzeding

La domesticación y explotación del reino vegetal debido a la concepción antropocéntrica del mundo está abocando a los ecosistemas a una nefasta transformación. Investigaciones recientes ya hablan de inteligencia vegetal. Uno de los sistemas de comunicación que de algún modo se asemeja a nuestro sistema neuronal es el micelio; a través de esta red, las plantas relacionan y reaccionan ante posibles peligros cambiando su composición química.

Debido al empobrecimiento de los suelos, las esporas del micelio secan y desaparecen, dando lugar a suelos erosionables y facilitando el avance de la desertificación.

Estas piezas tratan de capturar la atención sobre la vida de estos seres de cuya salud dependen muchas otras vidas de este planeta, incluida la humana.

La realidad mínima. Casino de Cartagena. Mariano Barnés

Proyecto basado en la idea de que la expresión más pura de la realidad son las reglas físicas y básicas que se aplican en las escalas más pequeñas de la existencia, donde convergen partículas y campos. La obra pretende establecer un diálogo con el espectador, en el que este representa su escala de realidad, pudiendo interactuar con una escala más baja, creada a base de reglas simples. Una de las inspiraciones de las obras es el Juego de la vida, un autómata celular diseñado por el matemático John Horton Conway.

Inteligencia fluida. Calle Mayor. Belén Orta

Una manada de mantarrayas hace recapacitar sobre la necesidad de su unión para ir todas al unísono, con una inteligencia fluida, líquida y la complejidad de su ecosistema, posiblemente su necesidad de unirse para ahuyentar al depredador, su sensación de estar protegida con los suyos. Las mantas se reúnen en áreas de grandes corrientes, pues es donde obtendrán su alimento. Están consideradas vulnerables por la lista de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (ICUN en sus siglas en inglés) como siempre por la gran amenaza del ser humano, la pesca y por su aceite y su hígado. Desde 2011, está prohibido pescar mantarrayas en aguas internacionales; sin embargo, estas leyes a menudo se ignoran.

Sinapsis urbanas. Plaza del CIM (junto a la portada de acceso al antiguo Cuartel de Instrucción de Marinería y la calle Real). Patricia Reus, Jaume Blancafort, Irene Ferrer Martínez y Elena García López-Pélaez, de la Escuela de Arquitectura de la UPCT.

Las inteligencias se presentan como un concepto abstracto y complejo que muchas veces escapan de nuestro entendimiento, pero las diversas inteligencias están conectadas, se apoyan entre sí y, en ocasiones, convergen.

En esta instalación urbana, distintas hebras tejen redes espaciales que muestran conexiones, encuentros y densidades variables. Los nodos interseccionales de múltiples trazos, reforzados de noche por luz proyectada, emergen como sinapsis, es decir, la relación funcional entre dos células. El paseante puede observar la instalación desde el exterior o sumergirse activamente entre las redes que responden a leyes geométricas pautadas y nacen de la vegetación, para fluir entre ellas, ampliar su perspectiva y sentir esta fusión entre lógica matemática, explosión cromática y naturaleza.

Enarbolando otros mundos posibles. Explanada de banderas del Parque Torres. Inmaculada Abarca Martínez

Metáfora visual en clave femenina en favor de la igualdad, del aprovechamiento de recursos, en contra de la violencia, de los conflictos bélicos, de los abusos, y del ser humano como objeto de consumo. Resignificación simbólica del ornamento floral de la vestimenta femenina, material poderoso que conserva la impronta de las mujeres que la usaron. Puesta en valor de otras formas de inteligencia (lo natural vegetal) y otras formas de pensar y actuar (lo social y colaborativo). La instalación está formada por seis banderas elaboradas usando ropa reutilizada de mujer con estampados florales y mástiles fabricados al efecto. Las piezas han sido realizadas en un taller de costura creativa del barrio de la Concepción de Cartagena así como por miembros del Proyecto Abraham de Murcia

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