Quintina Valero documenta en una exposición en Calasparra las secuelas de Chernóbil

El 26 de abril de 1986,  se produjo en la central nuclear de Chernóbil (entonces perteneciente a la antigua Unión Soviética; hoy, Ucrania) un accidente que desencadenó la mayor catástrofe nuclear de la historia. Nubes de radiación se propagaron a través de buena parte de Europa y decenas de miles de personas se vieron obligadas a evacuar. Otras muchas se quedaron, aferradas a sus raíces. La realidad de estas últimas es la que relata Quintina Valero en un magistral reportaje gráfico que desde el viernes, 10 de enero, se muestra en el Museo de la Villa de Calasparra.

Casi cuatro décadas después del accidente la radiación continúa siendo el enemigo invisible para muchas familias ucranianas. El impacto que causó se refleja en los paisajes desolados y el declive de una de las regiones más fértiles de Ucrania que pudo ser captado en las imágenes que ofrece la exposición Vida después de Chernóbil.

Quintina Valero realizó varios viajes entre abril de 2015 y marzo de 2016 documentando el impacto de la radiación tanto en las poblaciones como en el medio ambiente. Sus imágenes dan visibilidad a las familias que todavía viven en la zona de exclusión de Chernóbil y aquellas desplazadas a la región de Narodichi, a 50 kilómetros m de la central nuclear donde sigue existiendo producción agrícola y ganadera en tierras altamente contaminadas.

La exposición Vida después de Chernóbil en Calasparra se completa con composiciones musicales para cada una de las imágenes producidas por el artista bilbaíno Julio Tomé (Blister 13.0) inspirado por las imágenes, así como por diez textos de la poeta colombo-española afincada en Madrid Adriana Hoyos.

Mischa, 4 años. Treinta años después del desastre de Chernóbil, miles de personas siguen viviendo en tierras contaminadas. Esto ha provocado malformaciones congénitas, efectos débiles en el sistema inmunológico y varios tipos de cáncer.
Iana Vasilieva, una niña de 6 años en su casa en el pueblo de Maksimovichy. Su padre se suicidó un año antes de realizarse esta fotografía.
Tres dentistas de Kyiv visitan las aldeas del distrito de Narodichi para comprobar la salud de los niños. Después del desastre de Chernobyl, muchos niños sufren desnutrición y enfermedades.
Anna sostiene manzanas de su árbol. Vive en Copachi, un pueblo en la zona de exclusión de 30 kilómetros de Chernobyl.
Una mujer vende setas en la carretera de Ivankov a Chernobyl. Miles de personas siguen estando muy expuestas a la radiación y la población local consume productos de cosecha propia.
Tatiana Ignatiuk en su cocina en Maksimovichy, donde vive con sus tres hijos y su marido que trabaja en el bosque. La gente todavía cultiva y come productos de cosecha propia.
Una casa abandonada en Prypiat, zona de exclusión de Chernobyl
Natalia, la maestra de la escuela, se encuentra a la entrada del pueblo de Maksimovichy, donde muchas casas quedaron abandonadas después del desastre de Chernobyl. Lo que antes era una zona próspera se ha convertido en una de las regiones más pobres de Ucrania.

Nacida en 1970 en Alemania en el seno de una familia procedente de Calasparra, Quintina Valero es una acreditada fotógrafo documental y fotoperiodista. Después de una carrera como profesional financiera, Valero se mudó a Londres en 2001, donde estudió fotoperiodismo en el London College of Communication. Actualmente vive y trabaja entre Barcelona y la capital británica.

Valero atesora ya quince años de experiencia desarrollando y produciendo relatos fotográficos sobre derechos humanos y temas sociales con énfasis en migración. Declara que le apasiona el intercambio cultural y ha viajado extensamente colaborando con ONG locales en todo el mundo. Su trabajo ha aparecido en revistas, diarios y medios online como The Guardian, Sunday Times, Thomson Reuter Foundation, Stern Magazine, Internationale, BBC, SIPA Press, L’Obs, LensCulture, El País, XL Semanal o La Vanguardia. La creativa de Calasparra fue seleccionada en 2018 para participar en Panorama 1, un proyecto del CENDEAC para dar a conocer el trabajo de ocho creadores y creadoras visuales de la Región de Murcia.

Sus últimos proyectos sobre el tráfico sexual y el impacto del accidente nuclear de Chernobyl han recibido premios internacionales, incluido el Lensculture Emerging Talents Award 2016 (Países Bajos), el Festival della Fotografia Etica: Documenting Humanity 2016 (Italia) y el Photo Press Contest Award 2017 (Ucrania). ).

Hasta ahora ha publicado tres fotolibros: London Record’s Shop. The History Press, UK (2021), Fotografia (Femenino, Plural). Editorial Fraga (2019) y Panorama. Ediciones Fuego (2019).

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