Collages digitales de Cimarrón Glacé

Pablo Antón Mira (Santomera, 1982), docente y traductor de francés y portugués, es también Cimarrón Glacé, un creador autodidacta de collages digitales que se inició en esta práctica artística hace menos de cuatro años, periodo en el que ha acumulado una notable producción, con la que pretende transmitir “que siempre hay algo más allá de lo que percibimos a simple vista”.

Murcia Visual ha invitado al creativo murciano para que describa su trayectoria y su obra. Este es su relato, junto con una selección de imágenes de sus collages efectuada por el propio autor.

Mi formación artística reglada se resume en unas pocas clases de pintura cuando tenía 8 años y en mi último año de instituto en Orihuela. Soy un collagista autodidacta, como casi todo lo que he hecho en mi vida en relación con el arte: me aproximo de una forma amateur, artesanal, y voy experimentando poco a poco a mi ritmo e investigando según mis motivaciones, sin más pretensiones que compartir lo que me gusta o me (con)mueve con los demás.

Cuando acabé el instituto me fui a Granada a estudiar Traducción e Interpretación de francés y portugués. Aquello marcó mi trayectoria posterior ya que estuve más de una década fuera, entre estudios y trabajo, en Portugal, Francia y Brasil.

En Granada intenté seguir desarrollando pequeños proyectos relacionados con el arte y la cultura, que me motivaban y me hacían muy feliz. Allí, en Granada, empecé a pinchar música en el pub Entresuelo, donde vuelvo de vez en cuando. También monté un dúo poético-musical con un amigo (@losinvisiblesdelritmo), con un repertorio basado en sus poemas y canciones de la música popular brasileña. Estuve un tiempo escribiendo poesía y llegué a ganar un concurso internacional. Poco antes de dejar Granada grabé un programa de radio para Radio Almaina, titulado El olvido está lleno de memoria, en el que cada semana hacía un repaso de las efemérides que más me llamaban la atención. Quien conoce Granada sabe que el ambiente de la ciudad te anima a probarte y a hacer cosas creativas.

Después de Granada, pasé unos años viviendo en diferentes ciudades de Francia, y acabé en Lyon, donde residí más de 3 años. De hecho, mi seudónimo, Cimarrón Glacé, surgió en los meses previos a mi partida: marron glacé (literalmente, “castaña congelada”), es tal vez el dulce más típico de Lyon: una castaña que, a fuerza de ser confitada durante varios días por sucesivas capas de almíbar y azúcar glas, acaba pareciendo que esté congelada o escarchada. Por su parte, el término cimarrón, en el Caribe, se usaba para denominar a los esclavos negros fugitivos que llevaban una vida de libertad en medio de la selva. Uní el concepto de las capas quebradizas de hielo que parecen recubrir el postre lionés, con el espíritu de ruptura, rebeldía y libertad que me evoca la figura del cimarrón. Me hizo gracia la idea, y la acabé interiorizando como propia.

Empecé a hacer collages en Murcia, en el verano de 2017. Durante los meses precedentes había estado haciendo fotomontajes y memes con mis amigos y con mis compañeros del máster de profesorado, como una forma de relajar tensiones y llevar mejor aquello (quien lo ha vivido sabe de lo que hablo). Aquel fue un año complicado para mí, por diversos motivos, y llegué al final de aquel curso exhausto física y anímicamente. En el momento en que terminé, apenas unas semanas antes de partir para Brasil para trabajar 2 años como profesor lector, de repente me di cuenta de que no me había dado un respiro en todo el año, no había pensado en otra cosa, me había absorbido completamente. Reparé en que durante todo el año no me había dado un tiempo para mí, para hacer algo personal, creativo y con lo que me sintiera más realizado, como siempre había procurado hacer durante toda mi vida, al margen de estudios y/o trabajo.

Así que surgió de forma espontánea el ponerme a hacer collages con el móvil. Aproveché algunos trucos que había ido aprendiendo haciendo fotomontajes con mis amigos, y decidí darle un enfoque más íntimo y enriquecedor. Hacer collages me permitió tomar más tiempo para mí, reflexionar sobre muchas cosas que me habían ocurrido, o me estaban pasando, darles una cierta forma, exteriorizarlas. Y, quién sabe, encarar el futuro desde otras perspectivas, con más levedad.

En los collages intento transmitir que siempre hay algo más allá de lo que percibimos a simple vista, y el collage es una técnica muy práctica porque invita a lo onírico y a lo surrealista, por lo que da infinitas posibilidades de composición e interpretación, el proceso de descontextualización de las imágenes es muy interesante y reconfortante. Además, procuro dar a los collages algo más de significado, acompañándolos de citas, canciones o poemas.

Cuando vuelvo a algún collage, a veces me sorprende y me alegra pensar sobre el significado que tiene para mí, y sobre la interpretación que otro alguien podría darle. Hace algo menos de dos años, empecé a hacer los collages en ordenador, para hacer algo más pulido, y al final de mi estancia en Brasil, en Goiânia, tuve la oportunidad de hacer una exposición de mis collages en el bar de unos amigos (@elegia.cafe), y me encantó aquella sensación. Con un poco de suerte, espero hacer otra antes del verano aquí, en Murcia. Hasta entonces, se me cuiden.

Cimarrón Glacé mantiene abiertos perfiles en Instagram y Facebook donde exhibe sus collages, que también se pueden adquirir en su tienda en Redbubble.

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