El joven estudio Meeecarquitectos, radicado en Cehegín, ha realizado un pequeño pero espléndido proyecto empleando materiales pobres: bloques de hormigón, madera y capa ondulada. Se trata de la ampliación destinada a bodega de una vivienda rural, también concebida con anterioridad por el estudio que dirigen Arturo Martínez de Maya y Juan David López Rebel. Hasta el nombre del proyecto es modesto: La Casica del abuelo.
Esta pequeña construcción, de apenas cuarenta metros cuadrados, está enclavada en el campo de Cehegín y surge de la transformación de una caseta para guardar los aperos propios de la actividad agraria, “con un sistema constructivo sencillo, de bloques y viguetas de hormigón, donde el aislamiento y el control térmicos interior brillaban por su ausencia”, explican desde el estudio. A partir de ahí, “proponemos una nueva construcción anexada a la antigua reinterpretando la caseta tradicional de aperos que salpica la zona rural del entorno, que reordene y organice las circulaciones exteriores entre las diferentes parcelas y las interiores de la propia bodega”, señalan los responsables del proyecto.
Chapa metálica galvanizada mini-onda, bloques de hormigón y madera son los elementos constructivos esenciales de la casica, que pasan a ser “herramientas fundamentales gracias a las cuales todo el conjunto puede funcionar y respirar de manera autónoma”, indican los proyectistas. Una piel de chapa sobre el muro de bloque permite regular térmicamente los nuevos espacios, aportando o no aire caliente al interior mediante una serie de aberturas en los cerramientos. “Además, confiere el carácter contemporáneo y atemporal que precisa el proyecto, diferenciando lo nuevo de lo existente pero relacionándolo materialmente”, concluyen.
La propuesta de La casica del abuelo ha sido en 2021 finalista del Premio Mapei de arquitectura sostenible.
Fotos: David Frutos y Arturo Martínez de Maya