La Escuela Superior de Diseño de Murcia estrena identidad visual y marca, lo que cabe interpretar como un paso más en el relanzamiento del centro educativo tras asumir Armando Cano la dirección hace menos de dos años. La nueva identidad visual, obra del ex alumno de la escuela Manel Quílez, constituye un reflexivo ejercicio de contención desarrollado a partir de una decisión valiente: crear una marca-contenedor (Edi) que ampara la propuesta gráfica.
Argumenta Quílez que su planteamiento inicial “evita darle al centro formativo un papel protagonista y lo define más bien como la estructura que sostiene lo que sucede en su interior”. La propuesta pretende “que el trabajo de los estudiantes sea el contenido central de su comunicación, el elemento que destaca y que ayuda a ponerle rostro a un nuevo nombre (Edi) que está por significar”, afirma. Denominación que el creativo considera “un nombre propio, diferencial y reconocible que resulte sencillo de recordar y fácil de pronunciar”.
“La solución parte de dos conceptos esenciales, escuela y diseño, que se simplifican en el acrónimo Edi. Este nombre, además de situarla en la categoría de instituciones públicas mediante el recurso común de las siglas, la humaniza y le confiere un tono más cálido, que la desmarca de los estándares impersonales comunes en este tipo de centros. El nombre consigue alinear la marca con el trato cercano que la caracteriza, con un ratio medio de quince estudiantes por docente. La representación visual de la marca, el logotipo, refuerza la intención de nombre propio dejando únicamente la inicial en mayúscula”, explica Quílez.
Cabe recordar que Edi es el único establecimiento público de la Región que brinda estudios superiores de diseño, liderando así una oferta que completan otros centro privados: entre ellos, Esi (Escuela Superior Internacional de Diseño) e Instituto 42, donde también se pueden cursar diferentes grados . “Por su condición de escuela pública, su espíritu es abierto e inclusivo y debe ser accesible para todos. En la relación que establece el logotipo con el espacio, éste busca extenderse hacia los límites del soporte. Este comportamiento define uno de sus rasgos principales: una identidad que no margina”, argumenta el creador de la nueva identidad.
También resalta Quílez otra decisión adoptada durante el desarrollo del proyecto: dotar a la identidad (más allá de la asignación de una tipografía o la definición de unos colores) de un sistema gráfico propio que permite facilitar la creación de contenido visual a las diferentes personas que harán hablar a la marca y también dar consistencia y continuidad a todos sus mensajes.
El sistema se basa en una estructura modular que ayuda a organizar el contenido de cada pieza de comunicación. Estima Manel Quílez que hacer visible la retícula, sublimar la estructura, tiene una intención simbólica. La retícula es un elemento icónico del aporte formativo. El conocimiento de la norma en cualquier disciplina del diseño es el primer paso en el desarrollo de un diseñador y la etapa educativa es el momento más idóneo para recibirlo. Un espacio de aprendizaje aporta esencialmente estructura al conocimiento.
“La neutralidad y sobriedad hacen que el sistema resulte atemporal y pueda aguantar bien el paso del tiempo, permitiendo también la convivencia con la diversidad de contenido múltiple y ecléctico que caracteriza un centro donde se produce gran cantidad de contenido diverso. Aquí, continente y contenido se relacionan en un equilibrio, donde cada elemento tiene un espacio y funciones definidas. El patrón que le da singularidad al sistema, alterna rítmicamente los espacios llenos y vacíos. Este plano ajedrezado que enfatiza los contrastes, aumenta su visibilidad produciendo un efecto llamada de atención”, señala Quílez.
“La identidad de la Edi se ha proyectado definiendo una estrategia y tejiendo sobre ella forma, función y significado. Empujando los límites de las funciones asignadas a la actividad del diseño, donde la figura del diseñador es principalmente parte ejecutora en la construcción visual de una identidad, y entendiendo en este caso, que también es parte activa en la construcción de una cultura. Una cultura de formas y significados. De imágenes e intenciones. De conceptos y sentidos”, concluye el diseñador.
Manel Quílez es diplomado en Diseño en la especialidad de Gráfico en la Escuela Superior de Diseño de Murcia. Actualmente es director de arte en Rubio y del Amo. En sus doce años de experiencia ha trabajado en estudios como Eduardo del Fraile y Maba, donde ha desarrollado proyectos de packaging e identidad corporativa para marcas como Coca-Cola, Interapothek, Brugal y el Pozo. Durante su trayectoria varios de los proyectos en los que ha participado han sido reconocidos con los mas importantes premios internacionales de diseño, en Laus, Pentawards y ADCE.
Complementa su actividad profesional con la docencia en másters y postgrados (EsDesign, Labasad) y ha impulsado varias iniciativas de promoción del diseño como el Festival Día D. La curiosidad le ha llevado a explorar otros campos como el diseño escenográfico o la instalación artística.
Quílez proclama: “Estamos hechos de historias. Como diseñador, siente la responsabilidad de buscar en cada proyecto una interesante que contar. Procura construir un relato honesto, porque éste favorece relaciones más profundas y duraderas”.