Lo del pasado sábado de Mu-tantes en el Centro Párraga fue muy grande. Los impulsores del festival de experimentación gráfica consiguieron reunir a un plantel irrepetible de creativos que fue capaz de hacer gozar durante horas a los entregados espectadores que abarrotaron la sala del barrio del Carmen. Ingenio, ejemplos apabullantes de la mejor creatividad, buen humor y un ritmo trepidante pueden ser algunos de los calificativos que sirvan para describir cómo transcurrió el ciclo de conferencias de Mu-tantes, que además contó con una ejemplar organización y una puntualidad muy poco usual en estos territorios.
Las dos sesiones, mañana y tarde, dieron comienzo con otras tantas intervenciones gloriosas que permitían aventurar cuál sería el nivel de excelencia de la jornada. El turno inicial fue para Surco Valbuena Makino (Surco Makino), un artista multidisciplinar (diseñador de zapatillas deportivas y ropa, escultor e ilustrador, entre otras cosas) cuya sola doble presencia en Murcia como interviniente en las exposiciones de la Cárcel Vieja y ponente en el Párraga el sábado hubiera bastado para justificar la existencia de Mu-tantes. Surko Makino, mitad japonés mitad manchego, describió con una encomiable humildad su apabullante trayectoria creativa que le ha llevado en pocos de años de Adidas a Puma, pasando por Dsquared2 y Valentino hasta llegar a su actual destino en París, donde trabaja para la marca líder mundial Louis Vuitton.
Si la sesión matutina empezó con fuerza no le fue a la zaga la que abrió sesión por la tarde, protagonizada por Murciamur, el colectivo anónimo (tampoco el sábado logramos descubrir quiénes son) que fustiga casi a diario en Instagram la poca dedicación de empresarios e instituciones de la Región que se empeñan en concluir con la desinencia mur las denominaciones de sus negocios o servicios. El colectivo arrolló a la concurrencia con un vertiginoso video en el que, a ritmo de rap o parodiando algún concurso de televisión, pusieron en su lugar a esta poco imaginativa práctica de naming, tan habitual por desgracia en Murcia. El video debería ser de proyección obligatoria en las reuniones de las organizaciones patronales de la Región.
La intervención del estudio fundado en Oporto en 2007 This is Pacifica era uno de los momentos más esperados del evento. Mesquita y Serrao, dos de sus directivos, presentaron una pequeña muestra de los trabajos del estudio, aunque suficientemente demostrativa de la calidad de sus propuestas. Pacífica es uno de los estudios punteros del país vecino, enclavado además en la que es tenida como la ciudad más creativa de Portugal. Precisamente uno de los trabajos mostrados este sábado fue la gráfica de Campus, un soberbio ejercicio de identidad no estática para un centro cultural de reciente creación en Oporto.
La fotografía también fue protagonista importante de las sesiones. El gaditano Curro Rodríguez describió el periplo que le ha llevado desde su Chipiona natal hasta Islandia, donde reside actualmente, pasando por Madrid, donde siguió durante un par de años una maestría en fotografía contemporánea en la escuela Efti. Más que un largo viaje físico, que también, la experiencia ha supuesto para Rodríguez un duro tránsito vital y creativo, cargado de dudas y dolor, según el mismo relató. El resultado es una obra de gigantesca envergadura, Saeta, que en parte ha podido verse semanas atrás en la Cárcel Vieja, donde la piedra y el flamenco constituyen los elementos esenciales de la narrativa de Rodríguez.
La fotografía documental, directa y sin artificio alguno, es el ámbito por el que transita con toda autoridad el veterano reportero gráfico jerezano Carlos Ximénez, colaborador de la revista del grupo textil United Colors of Benetton y autor de notables trabajos sobre manifestaciones ancestrales de la cultura popular española y europea. Parco en palabras, Ximénez dejó en su intervención que hablaran sus imágenes, con una capacidad evocativa de grandes dimensiones. Los ritos de máscaras del norte de España captados por el fotógrafo tienen una fuerza sorprendente, como también los vídeos realizados en los Cárpatos –junto a la maestra del documentalismo Cristina García Rodero- sobre prácticas festivas que guardan mucho parecido a las de Galicia o las Merindades burgalesas. Ximénez deleitó a la concurrencia con un viaje al pasado, con una magnífica ambientación musical.
El colectivo fotográfico Leafhopper Project, formado por la murciana Blanca Galindo y su pareja, el catalán (aunque con raíces familiares en El Esparragal) David Simon Martret, ha hecho del nomadismo su modo de vida. Lejos ya del momento en que Galindo, junto a Francisca Pageo, se dio a conocer en 2010 en Murcia como fotógrafa en el ciclo Distrito Artístico, el dúo pivota desde hace años entre proyectos personales de larga duración (por ejemplo, su trabajo sobre la comunidad LGTBI de Birmania, gestado a lo largo de tres años, o su búsqueda incansable de barreras de coral por todo el planeta) y encargos de naturaleza periodística, como su reportaje gráfico sobre los devastadores efectos de determinadas drogas en ciudades rusas. Fotógrafos analógicos, Galindo y Simon han hecho de la honestidad profesional su bandera.
De Castellón proceden el arquitecto Pablo Montoya y el ingeniero de diseño Blas Montoya, hermanos y herederos de la chatarrería familiar. Juntos componen, además, el colectivo Trashformaciones, cuyo fin es convertir parte de los desechos industriales con los que comercian en impactantes obras de arte urbano. Uno de los hermanos Montoya explicó varios de los numerosos proyectos públicos en los que han intervenido: colosales piezas, casi siempre fabricadas en metal, material con el que logran sorprendentes efectos. Llaman especialmente la atención sus últimas piezas, retroiluminadas y construidas a partir de planchas metálicas sobrantes de los procesos de estampación mecánica.
El panel de creativos residentes o vinculados a la Región de Murcia que intervinieron en la sesión, además de Blanca Galindo, estuvo compuesto por el joven diseñador gráfico Ángel Aldavero, quien presentó El efecto onda. Recetario sostenible (Zero Waste), un proyecto consistente en editar, diseñar y producir un conjunto de apuntes caseros sobre cosmética, limpieza y remedios naturales, para convertirlo en un recetario sostenible, intuitivo y coherente sin renunciar a una identidad y estética cuidada.
También estuvo el arquitecto y ceramista Carlos Jiménez Cenamor hablando de su proyecto Del amor y la belleza, que lleva a cabo en una vieja nave industrial de Puente Tocinos, y mostrando en directo cuáles son sus técnicas creativas, en las que mezcla prácticas tradicionales en el tratamiento de la porcelana con otras en las que experimenta con materiales no habituales, como conchas marinas machacadas o polvo obtenido al barrer el suelo de su taller. Divertido y didáctico, Jiménez apura con pasión su etapa como ceramista antes de hacerse botánico y arqueólogo, bromeó.
Otro torbellino en escena fue Alexandra Cánovas, de nombre artístico Mantekillah, diseñadora de moda, mitad del colectivo Las Culpass. Mantekillah habló de su infancia y primera juventud en el taller textil familiar y de su trayectoria profesional entre España, China e India previa a la fundación de Las Culpass, hace ya más de diez años. También se refirió a algunos de su proyectos personales como el realizado el pasado verano en Konvent, centro de residencias artística ubicado en la provincia de Barcelona, en el que reinterpreta la vestimenta tradicional de la huerta de Murcia, o el desarrollado junto al acreditado artista urbano Demsky J., que consiste en una serie de uniformes espaciales.
Los siete componentes del joven estudio Fellas vinieron al Párraga a divertirse. No hablaron de proyectos gráficos de clientes (para eso tenéis nuestra web, dijeron) y sí de ellos mismos, del ambiente aparentemente despreocupado que se respira en su oficina y de dos iniciativas puestas en marcha en los dos últimos años: Labs y Drops. Terminaron, al más puro estilo del festival Blanc!, repartiendo camisetas e invitando al público a dar unos saltos en una improvisada fiesta de música electrónica.
La tensión creativa de la jornada no decayó en momento alguno. Los organizadores reservaron para el final dos magníficos postres: la diseñadora barcelonesa Marina Salazar (No queda tinte), quien a comienzos de 2022 año alcanzó notoriedad por crear la Tetamundi que la cantante Rigoberta Bandini utilizó en la final por la candidatura para Eurovisión. Marina Salazar trabaja como diseñadora independiente y colabora con varios estudios en todo tipo de proyectos, aunque destacan sus piezas de imaginería religiosa intervenidas.
Cerró el gran ilustrador, diseñador y mentor artístico Raúl Ramos (Pink Morro), que tras acumular un rico bagaje creativo como director de arte en el estudio barcelonés Cocolia y participar en la fundación del Blanc!, “rompió con el pasado para convertirse en un artista enfocado en construir constantemente un futuro lleno de color, anarquía, libertad y mucho punk”, según los presentaron los responsables de la programación de festival.
Conclusión: Mu-tantes es adictivo. Lástima que haya que esperar un año para una nueva dosis.
Fotografía: Diana Barbosa